I Parte
La proliferación de las neurociencias y la biologización del sujeto se hacen cada vez más evidentes, y el psicoanálisis no es compatible con estas disciplinas. Es necesario generar espacios de debate y de reflexión para la construcción de ideas emancipatorias y para ensamblar las subjetividades de la época.
Administrás una página de Facebook sobre “Arte política & psicoanálisis” ¿Cómo creés que se vinculan estos tres conceptos tan diversos? ¿Qué impronta tienen las opiniones de los integrantes de dicha página en el campo laboral personal?
Con respecto a tu pregunta sobre la Página que administro “Arte política & psicoanálisis” junto con otros condiscípulos, su creación viene de más lejos. Es decir, hay un recorrido por detrás, que lo constituyeron otras dos páginas anteriores, “Amigos del psicoanálisis en Paraguay” y “Amigos del psicoanálisis en Latinoamérica”, con más de 22 mil miembros, pero que tuvimos que cerrar en un momento dado.
La primera, “Amigos del psicoanálisis en Paraguay”, intentaba ser una oferta local para el debate sobre el psicoanálisis en ese país. Esta página se llenó de amigos argentinos, brasileños, mexicanos, uruguayos y muy pocos paraguayos, por lo que en un momento, y acorde con los movimientos latinoamericanos como el de Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, los Kirchner en Argentina, Lugo en Paraguay, Pepe Mujica en Uruguay, Correa en Ecuador, Lula en Brasil, y en apoyo a esta movida de la Patria Grande, artiguista, bolivariana, sanmartiniana, subsumimos el significante Paraguay al de Latinoamérica como tal. En este contexto nace “Amigos del psicoanálisis en Latinoamérica”. Siempre en la descripción del grupo se aclaraba que estos tres significantes, Arte, Política y Psicoanálisis, funcionarían a la vez en la propuesta de la página, agregando la amistad como una especie de cuarto nudo con respecto a los otros.
Era constante que muchos miembros cuestionaran que un espacio sobre psicoanálisis contuviera opiniones políticas decididas con marcada toma de posición. Aunque explícitamente esto estuviera dicho en la descripción del grupo, nadie leía demasiado eso, y se le imputaba al título general de la página ser una especie de engaño para difundir ciertas ideas políticas. Desde nuestra concepción, esto no era para nada así; ya que primero, el psicoanálisis mismo no carece de una política, de tal modo que la táctica de la interpretación, la estrategia de la transferencia y la política de fin del análisis, hacen al nudo en una dirección de la cura y de la ética que concierne al deseo del analista.
Por otra parte, la articulación política y el psicoanálisis eran bienvenidos para problematizar el campo de la izquierda, en el sentido de llevar como lo plantea Jorge Alemán en su conjetura, “para una izquierda lacaniana”. Los aportes de Lacan hacia la izquierda, suscitaron la iniciativa de conmover la petrificación que concierne a ideales en esa zona de la teoría política, y aportar una concepción del sujeto distinta que escapa a las tradicionales elaboraciones, por ejemplo, del campo marxista. Un sujeto, constituido en este caso por el proletariado, predeterminado de alguna manera como el indicado por sus contradicciones, luego del pasaje de clase en sí a clase para sí, sería el componente para llevar adelante la revolución, de manera casi teleológica en esta concepción, aunque reformulada por la propuesta gramsciana.
La novedad lacaniana aporta la concepción de un sujeto que se construye en los acontecimientos como efecto de una teoría que no tiene de antemano un sujeto preestablecido que hará tal o cual cosa, como es el caso de la clase obrera para el ideal revolucionario. También, se cuestiona la idea de Hombre nuevo que podría engendrarse desconectándolo de sus herencias o tradiciones. El Otro lacaniano es un Otro en falla, en falta, no hay ideal totalizador, no hay Otro del Otro, ni Verdad de la Verdad. Y cuando éste se consolida para el sujeto, el Ideal, predomina el efecto letal del significante y no el deseo y su objeto. Por eso creo también, que el término emancipación por ser parcial y menos totalizante que el de Revolución, permite pensar las cosas de otro modo. Y aquí tenemos toda una cuestión que tiene que ver con el término Populismo y el trabajo que realiza Ernesto Laclau sobre el mismo.
Todo esto para decir que finalmente decidimos cambiarle el nombre a la Página y denominarla “Arte política & psicoanálisis”, de tal manera de eludir la controversia por la especificidad y llamar entonces a las cosas de una manera más clara y precisa. El artista, dice Lacan, siempre le lleva la delantera al psicoanalista y debemos aprender de él y no solamente como se hacía hasta hace muy poco, aplicar a la obra de arte los descubrimientos del psicoanálisis. Lacan invierte esta cuestión y pone al artista, como dije, en la delantera. Cito esta frase de Lacan: "Pienso que un psicoanalista sólo tiene derecho a sacar una ventaja de su posición, aunque esta por tanto le sea reconocida como tal, la de recordar que en su materia, el artista siempre le lleva la delantera, y que no tiene por qué hacer de psicólogo donde el artista le desbroza el camino". Uno aprende de una Página así, porque la gente pregunta sobre los artículos publicados, eso obliga a volver a leer, a estudiar y seguir trabajando los textos. Pero también hay elementos nuevos, uno tiene que tomar decisiones con respecto a la bienvenida o al cese de inclusión de algún miembro.
Las páginas en Facebook atraen todo tipo de parlanteseres, por decirlo acorde con nuestra teoría. A veces, rápidamente se llama troll a quien obstaculiza o agrede aparentemente sin sentido a alguien o a alguna nota publicada; pero no siempre esto es así. Hay una respuesta que se presenta bastante, la locura, y se tiende a enfrentar esto sin discriminación. Un loco no es un troll, aunque puedan coincidir. Es alguien que puede atacar, violentarse o lo que sea, pero por otros motivos. La locura incumbe a las identificaciones directas e ideales, puenteando la relación con el Otro encarnado y con los otros semejantes. Las figuras sobre la locura, Lacan las toma de Hegel, el alma bella, la ley del corazón y el delirio de infatuación, los tres tipos del individualismo moderno que saltean la relación al Otro, social, actuando directamente en relación a ideales, como el Fausto de Goethe; Don Quijote, etc., y que rechazan luego lo que el mundo les trae como respuesta, por desconocer lo que de ellos mismos está en juego en esos retornos.
Esta problemática se anuda con la cuestión de la libertad. Libertad y locura van juntas, en el sentido de creer que no existen determinaciones de la Otra escena, el inconsciente, léase la estructura del lenguaje cuyo efecto somos, y de suponer que el deseo particular no tiene límites. Y si bien, este determinismo no es absoluto, ni funciona como un está escrito de un destino irreversible, sino no habría ninguna salida a la determinación, la libertad como separación del Otro, es locura. Es un tema complejo, sin duda.
No hay que confundir la salida de la alienación, alienación y separación como operaciones de la constitución del sujeto en psicoanálisis, con un salirse del Otro para obtener no sé qué libertad. Más bien, la salida de la determinación significante y de su efecto letal, Alienación, se realiza por la vía del deseo del Otro, operación de Separación, que no es salirse del Otro sino entrar por la vía de su deseo, ya que como dijimos, y para Lacan: "El deseo del hombre es el deseo del Otro". Debemos tener en cuenta en las Páginas, estos efectos subjetivos desconcertantes, y no confundirlos en nuestras respuestas, cuando se trata de una u otra cosa. En este sentido, lo que también enseña el psicoanálisis es a hablar bien, a decir lo que debe decirse y a silenciar lo que no debe ser dicho, en sintonía con el contexto inconsciente del Otro en juego, esa Otra escena, que al decir de Freud, siempre está presente en el encuentro con el otro.
Nuevos espacios de representación
¿Cómo pensar la clínica en tiempos neoliberales? ¿Cuáles son tus desafíos en este momento político en el cuál somos participes?
Es todo un desafío. Básicamente el neoliberalismo se opone al psicoanálisis en un sentido muy preciso, el rechazo del inconsciente. ¿Por qué?, porque su política no es conservadora en el sentido de las herencias, las simbolizaciones históricas, es decir, todo aquello que hace a una parte de las construcciones de la subjetividad en relación a los legados que dejan sus marcas en las generaciones.
El neoliberalismo como formación del capitalismo, rechaza dos cuestiones fundamentales de la vida del sujeto, las cuestiones del amor y la castración, que inscriben lo imposible en la subjetividad. Lacan articula cuatro discursos, el del Amo, el de la Histeria, el del Analista y el Universitario; que se escriben, cada uno, en base a cuatro letras y cuatro lugares.
Pero todos los discursos presentan, inexorablemente, la barrera de lo imposible. Todos tienen castración, salvo un quinto discurso que Lacan concibe a partir del discurso Amo, con una pequeña alteración de sus letras y vectores, el llamado discurso capitalista. En esta formalización no encontramos la barrera de lo imposible, y la circulación se desplaza indefinida en una especie de banda de Moebius sin interrupciones. El discurso capitalista arrasa con todo, nada queda en pie, ya que es el discurso de la destrucción de los lazos sociales y la relación con la verdad. La afinidad del neoliberalismo es con las neurociencias, la medicalización y la biologización del sujeto, en una verdadera sofocación de los gritos que hablan en sus síntomas. En lugar de síntoma, donde está implicado el sujeto y su deseo, se habla de trastorno, en el sentido de una alteración con respecto al orden del discurso Amo. La palabra trastorno desconecta al sujeto del inconsciente. Hay que normalizar al sujeto, desconectarlo de lo que Freud llamaba Inconsciente, la Otra escena.
El problema actual es la mundialización de este empuje aniquilador de subjetividades y de pueblos. En la época del Otro neoliberal, es menester dar dura batalla a esta maquinaria sin límites. Se necesita un verdadero freno de mano, como diría Walter Benjamín, para detener su acción. En el psicoanálisis, nuestra lucha es contra el individualismo, contra la ontología y contra la biologización de la teoría con la que ejercemos nuestra praxis, si bien incluso como dije anteriormente, en las elaboraciones freudianas esta línea no deja de estar presente.
Lacan era antiontológico, vale decir rechazaba todo ser o esencia que se pensara como sustancia para el sujeto. El único ser con el que trabajamos es un ser del lenguaje. Sólo con la palabra ser y no con su deriva esencialista, que viene de los griegos y que conduce a una especie de onticidad individual, incluso orgánica del sujeto; así es como se piensa en las neurociencias, ubicando al cerebro como una ontología organicista básica. El cuerpo social es un cuerpo de palabras y el sujeto es efecto del lenguaje. Para el psicoanálisis, el sujeto es una creación ex-nihilo, y las existencias son una creación del lenguaje. Como dice Lacan, hombres y mujeres, pero no en el sentido biológico de la cosa, sino como seres de lenguaje, habitan exiliados en él, ya que es imposible escribir su relación.
Lacan llamaba parlétre justamente a la encarnación del lenguaje en un cuerpo biológico. Parlétre o parlaser, que no es lo mismo que ser parlante. En parlétre o hablaser, el ser, el ser del que estamos hablando aquí, es efecto del lenguaje, por ello en hablaser, habla antecede a ser. El psicoanálisis localiza lo imposible allí donde no se puede escribir la fórmula de la relación sexual, no hay relación-proporción sexual, a la manera de lo imposible lógico matemático, un punto de imposibilidad, pero que abre a otras posibilidades, ya que cada uno hará de eso una invención, la fórmula, digámoslo así, que sostendrá su deseo. Lacan llama a esto fantasma, o también fantasma fundamental, una apretada fórmula particular que conecta a un sujeto con un objeto que Lacan llama a, causa de deseo.
El psicoanálisis lacaniano, desde esta lectura, no es una teoría individualista, ya que parte del Otro y del lenguaje. "El inconsciente está estructurado como un lenguaje", dice Lacan, y a la vez produce un objeto, que no es un objeto material, físico, tridimensional, sino lógico, una especie de agujero efecto del significante y causante de deseo. La medicalización es solidaria de la sustancia, de creer que somos sustancia y nos curamos con sustancias, como señala acertadamente el psicoanalista Alfredo Eidelsztein en sus trabajos. Por eso, nos transformamos en seres adictivos, adictos a sustancias, que taponan la falta y rechazan el deseo. El deseo no es infinito, está circunscripto por la demanda del Otro, la Madre, no hay sujeto sin Otro para este psicoanálisis.
Debemos decir que no hay sólo un psicoanálisis, y que la tendencia ontológica también está en nuestro campo, una que va hacia el cuerpo propio, habría que ver si el cuerpo es propio o no lo es, con un goce singular y casi, sin Otro. Nos oponemos a esta lectura, coincidente con la propuesta neoliberal, la eliminación del Otro de la subjetividad. Desabonado del inconsciente, el sujeto queda disponible para cualquier cosa y esto termina consolidando al Otro neoliberal.
Nada más por ahora. Agradezco tu invitación a charlar sobre estas cosas, a veces un poco oscuras, pues es difícil reducir en algunas palabras lo que básicamente es una teoría que no encaja bien con el sentido común, el sentido común individualista, tridimensionalista, y sustancialista de nuestro hábitat Occidental. Las teorías de psicoanálisis lacaniano hablan de un cuerpo de palabras, allí se realiza nuestra praxis, que nada tiene que ver ni con la práctica médica, ni con la psicología ni con la psiquiatría, y que sólo concierne al espacio de la transferencia en una sesión analítica, entre dos parletres, analista y analizante, pero donde hay en juego solamente un inconsciente, un sujeto y su objeto, el analista paga con su persona y no propone sus soluciones particulares al sujeto consultante.
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