Parte 1
Sus escritos plasman su espíritu de lucha y su compromiso convirtiéndose en el sustento para que aquellas voces que aún no han sido oídas estallen como gritos de libertad.
En tu libro llamado Gritos de Libertad ¿qué te inspiró a recuperar personajes invisibilizados de la historia vinculados con la lucha y libertad de los pueblos?
Un poco es lo que venimos hablando. A la hora de escribir entra en juego la parte literaria. Desde chico me gustaba escribir, pero lo empecé a hacer al final de mi carrera, una vez que me recibí. Buscaba sacar a la luz historias desconocidas, recuperadas a través de la memoria.
Mi primer cuento, si uno sigue el orden cronológico, no es de una persona histórica real, sino de una pareja homosexual que transcurrió en Irán. Lo escribí en el contexto del final de la carrera, cuando preparaba Literatura Argentina, después de leer El matadero de Esteban Echeverría, La refalosa de Hilario Ascasubi y La Fiesta del Monstruo de Borges; todas historias que muestran hechos de violencia contra un personaje que en el fondo representan un colectivo.
En el caso de El Matadero, es una denuncia contra la persecución política a los unitarios. En La fiesta del Monstruo, cuento que escriben Borges y Bioy Casares con el seudónimo de Bustos Domecq, es la historia de un joven judío, estudiante, culto, asaltado, humillado y finalmente asesinado a piedrazos por un grupo de jóvenes peronistas.
En ese primer cuento que se llama Una Fiesta distinta, lo que se estaba representando es la violencia de determinados grupos sobre otros, sobre determinados grupos de personas.
Te agrego uno más en esa línea, El niño proletario de Osvaldo Lamborghini. En el mismo se describe la historia de un niño, hijo de un obrero que en la escuela le hacen bullying, le llaman estropeado, le pegan, la maestra lo humilla y, finalmente, concluye de una manera terrible, grotesca, no solo en lo sangriento.
Quería salirme de esa cuestión histórica, entonces me salí también de la Argentina como ambientación, como escenario. Pensé en una pareja homesexual en Irán. Si bien acá no se trata de un personaje real, es un tema que está tapado y en ese sentido va en la misma línea de los otros cuentos. Una historia actual muy poco conocida, porque no se sabe mucho lo que pasa allá en esos países con la homosexualidad. Muchos penan está condición, entonces, ese cuento relata de manera ficticia algo que pasa todos los días que es la persecución a homosexuales.
Los otros cuentos tratan de personas históricas reales. Uno es La voz que clama en el desierto, la historia de Antonio de Montesinos, un fraile dominico, ambientado en la época de la Conquista de América en el año 1511. Este fraile llegó al Caribe, a la Española, la única isla conquistada hasta el momento, y encontró una situación que conocemos, el maltrato a los indios, la sobreexplotación de los nativos para obtener oro y recursos naturales.
La conquista fue llevada adelante de una manera muy violenta, con torturas, matanzas y condiciones infrahumanas de explotación y trabajo. Eso, efectivamente, es una historia real, y este fraile aprovechó que tenía que oficiar un sermón en una misa de adviento en Santo Domingo, y denunció por primera vez en la historia universal el maltrato contra los nativos, en este caso de América.
Esa denuncia llegó hasta España, y se logró algo muy importante, las leyes de Burgos, que prohibían la esclavitud de los indios.
A Montesinos se lo considera un pionero de los derechos humanos, pero nadie lo conoce. En la tapa de mi libro está la estatua de él, una foto que tomé cuando estuve allá, ya que me pareció interesante llevar este tema a la literatura.
Durante el proceso de escritura de tus cuentos ¿En cuál de las historias que te sumergiste te sentiste más identificado?
Hay otros cuentos que no mencioné que responden a esta pregunta. Uno de ellos es Una larga caminata hacia la libertad, texto que trata sobre la historia de Rosa Parks, una mujer desconocida que inició el movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos en Estados Unidos. También me siento identificado con ella por su valentía.
En ese momento, en el sur de los Estados Unidos se mantenía lo que se llamó la segregación racial, las leyes Jim Crow. Las mismas establecían que los negros, debían estar en un espacio y los blancos en otro. Era algo eufemístico porque en realidad los negros tenían menos derechos, no podían votar, los baños se encontraban separados, los hoteles y bebederos de las plazas eran más precarios y los autobuses tenían un sector adelante para los blancos y pocos asientos atrás para los negros.
En el año 1955 Rosa Parks se subió al colectivo y se sentó en un asiento del lado de los negros. Pero la ley contemplaba que si se llenaba la parte para blancos, alguien del sector de los negros se tenía que levantar para cederle el asiento, aunque fuera una mujer embarazada o una anciana, y aunque estuviera en pésimas condiciones físicas. Ocurrió eso, un día se llenó la parte para blancos, el chofer pidió que se cedieran los asientos y se levantaron tres afroamericanos. El blanco se pudo sentar, pero también le pidió a Rosa Parks que se levantara. Ella se negó. Frente a esta situación, el chofer, James Blake, llamó a la policía y a Rosa la detuvieron. A raíz de esa detención, se generó todo un movimiento en esa ciudad llamada Montgomery, en el estado de Alabama en Estados Unidos.
En búsqueda de la integridad
Ese movimiento llevó a toda la comunidad afroamericana, que era mayoría en ese lugar, a boicotear los autobuses. Dejaron de usar el servicio, y toda la comunidad negra de esa ciudad comenzó a ir a sus trabajos o a llevar a los chicos a la escuela caminando. Fueron meses de lucha social, que empezaron con el acto de esa mujer que se negó a ceder el asiento, y finalizó con el decreto de eliminar la segregación racial de los autobuses en todo el Estado.
Me interesó rescatar a Rosa Parks, justamente por ser una heroína tapada de la historia.
Me preguntaste con quién me identifico. Por un lado, uno podría decir con todos esos personajes, pero después hay otra historia que nos lleva al otro tema que querías hablar, que se llama Los hijos de Abraham. Trata sobre un judío y un árabe en Buenos Aires, Siglo XXI, pero no especifica el año. Un judío que va a tomar un subte para volver a su casa, y se encuentra en el asiento de enfrente con un muchacho igual que él, joven, de clase media, no musulmán, pero sí árabe, sirio-libanés.
Entonces aparece con mucha fuerza el tema del conflicto judeo-árabe.
Comienzan a intercambiar miradas de desconfianza, de odio, sin conocerse. Pero ocurre algo que los termina acercando, que los hace comprender que en realidad tienen más en común que de distinto. No voy a contar qué es porque es el nudo del cuento.
Ese odio moderno, reciente, fomentado por gobiernos alejados, porque acá uno no tiene nada que ver con el conflicto en Medio Oriente, los ha llevado a enfrentarse, cuando en realidad son pueblos hermanos que tienen un origen semita común. Si uno lo mira desde el punto de vista étnico vienen de un mismo pueblo. Desde el punto de vista religioso, según la Biblia en el Antiguo Testamento, ambos pueblos son hijos de Abraham.
Es algo que lamentablemente estamos viviendo, los gobiernos y grupos terroristas lograron una violencia en los dos extremos, y son muy pocos los que luchan por acercarse a la paz, a verlo desde el lado de la hermandad.
Lo noto a diario entre amigos, gente conocida, familiares lejanos, de que hay un prejuicio de ambos lados. En los dos casos hay mucha desinformación, fanatismo, mucha cosa pasional que tapa lo humano. Es una lástima porque así se justifican cosas que son injustificables.
¿Cuál es tu opinión respecto al Estado de Israel?
Está muy relacionado con lo que hablábamos anteriormente. El tema de los prejuicios, del odio, de la islamofobia y la judeofobia en las dos comunidades, es el resultado del conflicto en Medio Oriente. Antes que existiera el conflicto árabe-israelí se llevaban bien las dos comunidades, Siglo XIX, y si vamos hacia atrás, sin ir a la época de la Inquisición, judíos y árabes siempre tuvieron una excelente relación.
Es un tema muy polémico, complejo, saliendo de la parte de los odios y del racismo que genera, para mí no es lo mismo, aunque muchos en la comunidad creen que sí, y en un principio pensaba eso, el antisionismo, antiisraelimo con el antisemitismo, no son lo mismo. Pero, sí es verdad que muchos antisemitas, antijudíos son antisionistas, y muchas veces ese tema sumado a la ignorancia lleva a los mismos prejuicios que estaban en la época del nazismo.
El racismo es eso, trasladar lo que hace un grupo a toda la comunidad. Qué culpa tienen los judíos de Argentina, incluso los de Israel, o los muchos opositores al gobierno de lo que hace el Ejército, y eso es totalmente condenable; no comparto esa postura.
Mi opinión sobre el tema de Israel es compleja, pero si hablo del actual gobierno, estoy totalmente en contra, de éste y del anterior también.
Siempre me sentí más identificado con la izquierda israelí. El partido Socialista es Meretz, el antiguo Mapai, quien tiene una ideología pacifista, nunca gobernó el país, así que tampoco se puede saber mucho de cómo hubiera sido, pero su posición es la de dos estados para dos pueblos, es decir, fomentar la creación de un estado palestino, entregando todos los territorios ocupados en Cisjordania, Gaza, e incluso la partición de Jerusalén oriental y occidental, para capital del estado palestino, cosa que por supuesto la derecha israelí está totalmente en contra. Ni hablar de los religiosos ortodoxos, que son los más fanáticos, porque además de lo político tienen cuestiones religiosas, sagradas, y consideran que Jerusalén no se puede dividir.
Sí, estoy a favor de la existencia del Estado de Israel que muchos ponen en cuestión, también desde la izquierda. Te diría hoy en día más desde la izquierda que desde la derecha.
En el caso de la izquierda, no sostengo que muchos de los que están en contra del Estado de Israel son antisemitas porque he hablado con ellos, militantes del Partido Obrero, del PTS, del Frente de Izquierda, y no es que opinan que hay que echar a todos los judíos como lo hacen los grupos terroristas Hamas y Hezbollah. Ellos plantean algo que es utópico, que no comparto, que es crear un estado binacional judeo-árabe, con una bandera con la estrella de David, y que además sea laico. Ni a los judíos, ni a los israelíes, ni a los palestinos les interesa eso.
Cada uno quiere tener su nación, ¿por qué los judíos no podemos tener un Estado? Un país que garantice la autodeterminación del pueblo, que ante un nuevo e hipotético genocidio defienda a los judíos. Porque el Estado de Israel también nace en ese marco después del Holocausto, con seis millones de judíos muertos, un estado que sea una especie de salvoconducto, para que no se repita la historia.
Si hubiera existido un Estado de Israel en los años ‘40 durante el nazismo, seguramente hubiera hecho algo. Es necesario y es un derecho a la autodeterminación de todo un pueblo. Los palestinos también tienen que tener su estado, los catalanes, los mapuches, y los judíos, siendo esta una afirmación muy polémica.
Son necesarias todas las acciones que se hagan a favor de la paz israelí-palestina. Hay música, películas, una organización denominada Shalom ar sharp, que significa ‘paz ahora’, que luchan por la paz en Medio Oriente. Esa es la posición que yo defiendo, que defiende el socialismo en Israel y también en Argentina. Y justamente ese cuento, Los Hijos de Abraham, un poco trata de transmitir ese mensaje, esa posición, no sé si lo logra.
Tags: libro – Gritos de Libertad – derechos humanos – libertad – personajes olvidados – medio oriente – judíos – árabes – gobierno – israel – racismo – cuentos –
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