from Elemental Odes (Odas Elementales) 1954
Ode to the Atom
Tiniest
star,
you seemed
to be buried
forever in things: your devilish
fire occult.
One day
someone knocked
at your minuscule
door:
it was man.
With a
volley of shot
they set you free,
you saw the world,
you went out
for the day,
you visited
cities,
your unreal shining
illuminated lives,
you were
terrible fruit,
electrical loveliness,
you came
to compete with the flames
of summer,
and then –
decked out
in armor
and binoculars,
with angular shirts,
sulphuric mustaches
and the tail of a porcupine,
the soldiers arrived
and seduced you:
sleep,
they said,
enlist.
Oh atom, you look like
a Grecian god,
a Paris dandy
in spring,
lie down here
in my fingernail,
come into this
little box,
and then
the soldier
kept you in his vest
as though you were only
an American
pill,
and he flew around the world
and dropped you
on Hiroshima.
That day we woke up.
Morning
had broken.
All of the birds
fell out of the sky – burnt to a crisp.
An odor
of coffins,
the gas of graves
thundered through space.
The visage of
superhuman punishment
rose through the air,
horrendous,
a fiery mushroom, cupola
of smoke,
the sword blade
of hell.
The burning air surged up
and death was dispersed
in parallel waves
to the mother asleep
with her child,
the fisherman in his boat
and the fish,
to the bakery
and the bread,
to the engineer
and his buildings,
everything
was hot and stinging
dust,
murderous
air.
The city
let go of its smallest places,
it just collapsed, fell down,
destroyed,
burnt-out,
the men
were suddenly lepers,
they took
their children’s hands
and the little hand
came off in their hands.
So, from your shelter,
from the secret
blanket of stone
where the fire had slept
they pulled you out,
you eye-blinding sparkle,
you furious light,
to tear apart lives,
to seek out distant beings,
deep in the sea,
high in the air,
buried in the sand,
hidden in the darkest
corners of the ports,
to obliterate
seeds,
to kill off eggs
to wither the corolla,
they trained you, atom,
to wipe out
nations,
to turn love into a blackened sore,
to burn down piles of hearts
and annihilate the blood.
Oh you insane spark,
go back
to your shroud,
bury yourself
in your mineral sheets,
be a blind pebble again.
Don’t listen to the thugs.
Collaborate
with life, with agriculture,
take the place of motors,
elevate energy,
fecundate the planets.
You have no
secrets now.
Walk among men
without that terrible
mask.
Lighten your pace
and pave
the way for fruits,
separate
mountains,
unbend rivers,
fructify
atom,
overflowing
cosmic
cup,
go back
to the peace of the vine,
to the velocity of joy,
go back to the enclosure
of nature,
give yourself back to us
and instead of the mortal
ashes
of your mask,
instead of the unleashed hell
of your ire,
instead of the threat
of your terrible light, give us
your amazing
strength
for grains,
your unchained magnetism
to fortify peace among men,
and thus, your dazzling light
will not be an inferno,
but happiness,
a morning of hope,
an offering to the world.
Oda al átomo
Pequeñísima
estrella,
parecías
para siempre
enterrada
en el metal: oculto,
tu diabólico
fuego.
Un día
golpearon
rn la puerta
minúscula:
era un hombre.
Con una
Descarga
Te desencadenaron,
Viste el mundo,
Saliste
Por el día,
Recorriste
Ciudades, tu gran fulgor llegaba
A luminar las vidas,
Eras
Una fruta terrible,
De eléctrica hermosura,
venías
a apresurar las llamas
del estío,
y entonces
llegó
armado
con anteojos de tigre
y armadura,
con camisa cuadrada,
sulfúricos bigotes,
cola de puerco espín,
llegó el guerrero
y te sedujo:
duerme.
te dijo,
enróllate,
átomo, te pareces
a un dios griego,
a una primaveral
modista de París,
acuéstate
en mi uña,
entra en esta cajita,
y entonces
el guerrero
te guardó en su chaleco
como si fueras sólo
píldora
norteamericana,
y viajó por el mundo
dejándote caer
en Hiroshima.
Despertamos.
La aurora
se había consumido.
Todos los pájaros
cayeron calcinados.
Un olor
de ataúd,
gas de las tumbas,
tronó por los espacios.
Subió horrenda
la forma de castigo
sobrehumano,
hongo sangriento, cúpula,
humareda,
espada
del infierno.
Subió quemante el aire
y se esparció la muerte
en ondas paralelas,
alcanzando
a la madre dormida
con su niño,
al pescador del río
y a las peces,
a la panadería
y a los panes,
al ingeniero
y a sus edificios,
todo
fue polvo
que mordía,
aire asesino.
La ciudad
Desmoronó sus últimos alvéolos,
Cayó, cayó de pronto,
Derribada,
Podrida,
Los hombres
Fueron súbitos leprosos,
Tomaban
La mano de sus hijos
Y la pequeña mano
Se quedaba en sus manos.
Así, de tu refugio,
Del secreto
Manto de piedra
en que el fuego dormía
te sacaron,
chispa enceguedora,
luz rabiosa,
a destruir las vidas,
a perseguir lejanas existencias,
bajo el mar,
en el aire,
en las arenas,
en el último
recodo de los puertos,
a borrar
las semillas,
a asesinar los gérmenes,
a impedir la corola,
te destinaron, átomo,
a dejar arrasadas
las naciones,
a convertir el amor en negra pústula
a quemar amontonados corazones
a aniquilar la sangre.
Oh chispa loca,
vuelve
a tu mortaja,
entiérrate
en tus mantos minerales,
vuelve a ser piedra ciega,
desoye a los bandidos,
colabora
tú, con la vida, con la agricultura,
suplanta los motores,
eleva la energía,
fecunda los planetas.
Ya no tienes secreto,
camina
entre los hombres
sin máscara
terrible,
apresurando el paso
y extendiendo
los pasos de los frutos,
separando
montañas,
enderezando ríos,
fecundando,
átomo,
desbordada
copa
cósmica,
vuelve
a la paz del racimo,
a la velocidad de la alegría,
vuelve al recinto
de la naturaleza,
ponte a nuestro servicio,
y en vez de las cenizas
mortales
de tu máscara,
en vez de los infiernos desatados
de tu cólera,
en vez de la amenaza
de tu terrible clar4idad, entréganos
tu sobrecogedora
rebeldía
para los cereales,
tu magnetismo desencadenado
para fundar la paz entre los hombres,
y así no será infierno
tu luz deslumbradora,
sino felicidad,
matutina esperanza,
contribución terrestre.
Ode to Time
Inside of you, your growing
age,
inside of me, my passing
age.
Time is decided,
its bell doesn’t ring,
it slowly flows, advancing
inside of us both.
It’s there,
like a quiet pool
in your eyes
and, beneath their
burnished chestnut,
a splinter, the trace
of a tiny stream,
a dry little star
ascending to your lips.
Time may draw
its threads
through your hair,
but in my heart
you will always bring the fragrance
of the honeysuckle vine,
as vivid as living fire.
How lovely it is
to grow old living
all that we’ve lived.
Every day
was transparent stone,
every night
for us, was a deeply shadowed rose.
And this line on your face, or mine,
are flowers or stone,
the fossil of a lightning-flash.
My eyes have been spent on your loveliness,
but then, you are my eyes.
Maybe I’ve tired your duplicate breasts
with my kisses,
but the world has seen your secret splendor
in my joy.
What do we care, my love,
if time,
who raised like double flames
or parallel stalks
my body and your sweetness,
should guard them tomorrow
or strip them away
and with its invisible fingers
erase this identity that keeps us apart
giving us the victory
of a single final soul beneath the sod.
Oda al tiempo
Dentro de ti tu edad
creciendo,
dentro de mi me edad
andando.
El tiempo es decidido,
no suena su campana,
se acrecienta, camina,
por dentro de nosotros,
aparece
como un agua profunda
en la mirada
y junto a las castañas
quemadas de tus ojos
una brizna, la huella
de un minúsculo río,
una estrellita seca
ascendiendo a tu boca.
Sube el tiempo
sus hilos
a tu pelo,
pero en mi corazón
como una madreselva
es tu fragancia,
viviente como el fuego.
Es bello
como lo que vivimos
envejecer viviendo.
Cada día
fue piedra transparente,
cada noche
para nosotros fue rosa negra,
y este surco en tu rostro o en el mío
son piedra o flor,
recuerdo de un relámpago.
mis ojos se han gastado en tu hermosura,
pero tú eres mis ojos.
Yo fatigué tal vez bajo mis besos
tu pecho duplicado,
pero todos han visto en mi alegría
tu resplandor secreto.
Amor, que importa
que el tiempo,
el mismo que elevó como dos llamas
o espigas paralelas
mi cuerpo y tu dulzura,
mañana los mantenga
o los desgrane
y con sus mismos dedos invisibles
borre la identidad que nos separa
dándonos la victoria
de un solo ser final bajo la tierra.
Ode to the Tomato
The street
was filled with tomatoes,
midday,
summer,
the light
splits apart
like the halves
of a tomato,
the juice
runs out
into the streets.
In December
the tomato
comes loose,
it invades
kitchens,
it gets in through lunches,
it sits down
calmly
on sideboards,
in among the glasses,
the butter-dishes,
the blue salt-shakers.
It has
an inner light,
a benign
majesty.
We must, unfortunately,
kill it:
the knife
sinks
into the living pulp,
in a visceral
red
a fresh,
profound,
inexhaustible
sun
fills the salads
of Chile,
joyfully it marries
the clear-skinned onion,
and, in celebration,
we cast
upon its partly-opened spheres
a sprinkling of
oil,
essential child
of the olive,
the pepper
contributes
its fragrance,
the salt
its magnetic charm:
these are the weddings
of the day,
the parsley
raises
its banners,
potatoes
bubble and boil,
the roast beef
knocks
against the door
with its smell,
it’s time!
let’s go!
and, on
the table, in the circle
of summer,
the tomato,
orb of the earth,
fertile
and various
star,
reveals
its convolutions,
its canals,
illustrious plenitude
and abundance,
without a bone
or a shell,
without a scale or a spine,
it makes us
a gift
of its fiery red
and the total sum of its freshness.
Oda al tomate
La calle
se llenó de tomates,
mediodía,
verano,
la luz se parte
en dos
mitades
de tomate,
corre
por las calles
el jugo.
En diciembre
se desata
el tomate,
invade
las cocinas,
entra por los almuerzos,
se sienta
reposado
en los aparadores,
entre los vasos,
las mantequilleras,
los saleros azules.
Tiene
luz propia,
majestad benigna.
Debemos, por desgracia,
asesinarlo:
se hunde
el cuchillo
en su pulpa viviente,
en una roja
víscera,
un sol
fresco,
profundo,
inagotable,
llena las ensaladas
de Chile,
se casa alegremente
con la clara cebolla,
y para celebrarlo
se deja
caer
aceite,
hijo
esencial del olivo,
entre sus hemisferios entreabiertos,
agrega
la pimienta
su fragancia,
la sal su magnetismo:
son las bodas
del día, el perejil
levanta
banderines,
las papas
hierven vigorosamente,
el asado
golpea
con su aroma
en la puerta,
es hora!
vamos!
y sobre
la mesa en la cintura
del verano,
el tomate,
astro de tierra,
estrella
repetida
y fecunda,
nos muestra
sus circunvoluciones,
sus canales,
la insigne plenitud
y la abundancia
sin hueso,
sin coraza,
sin escamas ne espinas,
nos entrega
el regalo
de su color fogoso
y la totalidad de su frescura.
from The Third Book of Odes (El tercer libro de las odas), 1957
Ode to the Bosque de las Petras
Somewhere on the coast, between the
purple eucalyptus
and the newer mansions
of the carob tree,
a solemn forest
stands:
an ancient
handful of trees
that death forgot.
The centuries
have twisted
their trunks, scars
have covered every branch,
ash and mourning
have sifted through their ancient crowns,
all of the leaves
are tangled and twined
like gigantic spider
webs
and the limbs, like fingers
of agonizing green,
have slowly gnarled together
and knotted up, and petrified.
But the agéd forest is still
alive: a new leaf
sometimes struggles to the light,
a nest
shook its branch
in the spring,
a drop
of fragrant resin
falls into the water and dies.
Quiet, quiet is the shade
and the compact silence
is
like
black glass
on the aging arms
of forgotten candelabras.
The ground rises up,
the knotty feet have unearthed themselves –
the stony dead,
broken statues, bones,
the roots
that sifted the earth.
The silence there
at night
is a bottomless lake
where
presences
emerge,
flowing hair
of moss
and of vines,
ancient eyes
with
turquoise
light,
forgotten ashen lizards,
broad-beamed women madly dead,
dazzling
warriors,
Araucanian
rites.
The petrified
forest
fills up like
a monstrous
salon,
and later
darkness,
rain,
time
and oblivion
fall,
and the lights go out.
The invisible beings
take themselves home
and the forest
returns
to immobility, its solemn
virtue of stone and dream.
Oda al bosque de Petras
Por la costa, entre los
eucaliptos azules
y las mansiones nuevas
de Algarrobo,
hay un bosque
solemne:
un antiguo
puñado de árboles
que olvidó la muerte.
Los siglos
retorcieron
sus troncos, cicatrices
cubrieron cada rama,
ceniza y luto
cayeron sobre sus antiguas copas,
se enmarañó el follaje
de uno y otro
como telas titánica
de araña
y fueron los ramajes como dedos
de agonizantes verdes
anudados
unos en otros y petrificadas.
El viejo bosque vive
aún, alguna nueva
hoja asoma en la altura,
un nido
palpitó
en la primavera,
una gota
de resina fragante
cae en el agua y muere.
Quieta, quieta es la sombra
y el silencio compacto
es
como
cristal negro
entre los viejos brazos
de los desfallecidos candelabros.
El suelo se levanta,
los pies nudosos se desenterraron
y son muertos de piedra,
estatuas rotas, huesos,
las raíces
que afloraron a la tierra.
De noche
allí el silencio
es un profundo lago
del que salen
sumergidas
presencias,
cabelleras
de musgos
y de lianas,
ojos
antiguos
con
luz
de turquesa,
cenicientos lagartos olvidados,
anchas mujeres locamente muertas,
guerreros
deslumbradores,
ritos
araucanos.
Se puebla el viejo bosque
de las Petras
como un salón
salvaje
y luego
sombra,
lluvia,
tiempo,
olvido
caen
apagándolo.
Los invisibles seres
se recogen
y el viejo bosque
vuelve
a su inmovilidad, a su solemne
virtud de piedra y sueño.
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