Su humor une a las personas. Lo culto y lo popular, los jóvenes y los adultos, los opuestos ensamblados en ese estado único de goce y placer que es la risa. Ese momento en el que todos coincidimos alguna vez.
Pedro Saborido ha ganado un espacio de reconocimiento en la cultura argentina. Disfrutemos de la mano del guionista y productor de Peter Capusotto y sus videos algunas de sus múltiples facetas y su mirada perspicaz sobre el humor.
¿Cómo definiría el humor Pedro Saborido?
No tengo una definición clara, porque sé que el humor es esa sorpresa intelectual, como decía Macedonio Fernández, ese descoloque de la realidad que no sabes por qué provoca el placer de la risa. Me parece que parte de ese placer o goce que tiene el humor, es abandonar cierta tensión que te provoca estar en un estado de lógica permanente, como si fuera un momento de idiotez pasajera y placentera, de ignorancia absoluta. Siempre me llamó la atención cuando alguien se ríe como un idiota, como a veces los niños ríen y no tienen ningún motivo, sino que están como en un estado de goce y de placer que no tiene sentido.
De hecho, nadie dice que se ríe como un tipo inteligente, y aclara me reí como un inteligente. Me parece que ese tipo de risa es más bajita y hasta a veces no existe, es una risa mental, que ocurre en el cerebro nomás, como si el placer de disfrutar del ingenio o de una ironía, o de algo supuestamente más fino o elaborado, no se da con una carcajada o una expresión tremenda, sino como un placer interior, un placer más cerebral. No es mejor ni peor que el otro, es simplemente otra sintonía, otra forma.
La risa más bestial viene de la sorpresa, a veces de cierto descontrol frente a las formas y parámetros de lo que es lo bueno, el buen gusto, la educación. Muchas veces eso aparece con las formas más básicas del humor: la caída, el doble sentido, el abandono de cierta moral y el disfrute de cualquier cosa. No digo que la risa lo justifique todo, pero me parece que el humor es un momento de liberación, pero también como lo puede ser un estornudo o un orgasmo. Prefiero los orgasmos en mi caso antes que las risas.
¿Cómo es hacer humor un día de mal humor?
No implica que el estar de buen humor te permita hacer humor, estar de buen humor no implica producir chistes, son como dos cosas distintas. Creo que a veces estando de mal humor te puede salir producir chistes como una manera de salir de eso. De hecho, muchas veces la ironía, el sarcasmo, son la forma que toma la queja en una situación. Pequeñas tragedias que te pueden ocurrir en tu casa, como desperfectos de aparatos electrodomésticos, goteras, o cosas que se ponen molestas, uno lo puede tomar con humor y hasta se las puede relatar con humor. Es más, te sentís un poco liberado y te ayuda a sentirte superior a la situación.
El humor es para mí síntoma de inteligencia, pero conozco un montón de gente inteligente que no tiene humor, y un montón de estúpidos que son graciosos y que saben divertirse. Entonces, eso de que el humor es síntoma de inteligencia, deja de ser un elemento ineludible o fatalmente necesario.
Un día que estás de mal humor, el humor se puede convertir en trabajo, y tenés que recopilar cuáles son las formas habituales con las que se puede hacer reír, en tu propia tradición de trabajo o en las que has visto.
Uno va ordenando distintas cosas, con distintas suertes, que hacen reír al otro. Si estás de mal humor, ocurre una situación semejante a cuando un dentista está de mal humor, se espera que no le salga mal el trabajo, pero el odontólogo está de mal humor y puede hacer un tratamiento de conducto de manera correcta, esto es más o menos parecido.
Con Peter Capusotto y sus vídeos ¿qué mensaje intentás transmitirle a la sociedad a partir del humor?
Esta bárbaro saber qué mensaje querés dar, pero a esta altura no sé qué mensaje quiero dar. Creo que todos y cada uno le queremos hacer la cabeza al otro, queremos que los demás piensen como uno, por eso uno piensa como piensa, de alguna manera te gusta hacer que otros piensen parecido a vos. El placer de lograr convencer a alguien, o de encontrar gente que más o menos piensa como vos en algunos aspectos te acerca, así sea de un mismo club, o que le guste la misma música, ese compartir cosas te acerca.
Seguramente quiero que la gente piense de una manera, que miren el mundo como yo lo miro, o que el mundo que desean sea parecido al que yo quiero. No sé si está todo el tiempo consciente esta forma de pensar, creo que no, no me pongo a hacer algo para dar un mensaje. Si hay algo que siempre tengo como finalidad que sea un programa humorístico, que haga reír, y que tenga algunas cuestiones artísticas o que rocen lo artístico, en donde me gustaría que la gente vea y disfrute de eso que estoy disfrutando al hacerlo.
Pero en forma bruta podría decirte que hay como dos tipos de materiales: aquellos que producimos y que gustan mucho, o aquellos que producimos y nos gustan solamente a nosotros, pero no a los demás. Supongo que unos ayudan a los otros. Los que gustan mucho ayudan a que los que no gustan tanto sean soportables y nosotros podamos hacerlo. Esto no quiere decir que lo que le gusta a los demás a nosotros no nos gusta, pero a veces no cubre las expectativas. El mejor momento es cuando algo que nos gusta mucho a nosotros le gusta muchísimo al otro.
Pero cuando hiciste algo que al otro le gustó entonces te gusta hacerlo, así que uno no decide, sino que el que decide es el otro finalmente.
Un acuerdo de disfraces
¿Con cuáles de los personajes que conviven en el programa te sentís más identificado? ¿Por qué?
Creo que cada uno me provoca algo distinto, algunos el placer de escribirlos, otros el placer que le provoca a otros. Con Pomelo me divierto mucho cuando veo actuar a Diego, no es un personaje que hagamos tanto en este momento, pero la paso muy bien en las grabaciones. Violencia Rivas me encanta lo que dice porque es como una descarga nuestra, media adolescente, como un permiso de adolescencia anárquica. Entonces, a veces los personajes sirven para eso, no para descargar cosas propias tuyas, sino para descargar algo. Micky Vainilla es como “bueno… hablemos de los racistas”, muchas cosas que por ahí escucho de la gente lo termino poniendo ahí, con Diego lo sentimos así, porque de alguna manera ese Micky Vainilla puede ser un tipo de clase alta, o media alta, y que básicamente no se define por eso sino que se define por su racismo. Éste no es excluyente de la clase alta o media, sino que atraviesa todas las clases sociales, porque hay racistas en todas.
Y hay personajes que te pueden sacar un lado místico, como Jesús de Laferrere. Te permiten sacar aspectos de los que piensa uno o de lo que piensa otro, siempre con una trampa de representar a un personaje que no es verdad. Pero la palabra en ese momento si es de verdad, lo está diciendo, se está escuchando.
De hecho hay un gran tema que no viene de la mano del teatro, sino que se da muy fuertemente en la televisión, en los medios periodísticos o semi periodísticos de entretenimiento, que es esa confusión entre el personaje real y la ficción. No crees tanto que lo que dice el tipo a través de un personaje es él, la confusión que podía tener el público cuando veía a Juan Moreira en el teatro, sino la confusión de un personaje mediático o un periodista, que en ese momento no sabes si está haciendo un personaje o es él, si dice lo que piensa, si está indignando como parece, o si es tan estúpido como parece o se hace el estúpido para divertirme. Sin embargo, está como en primera persona y eso es como una trampa, me estás mintiendo, yo cuando hago ficción te estoy diciendo que hago ficción.
En el teatro entrás y está Enrique Pinti haciendo de comisario. Todos sabemos que es Enrique Pinti y que no es comisario. Suspendemos la incredulidad por un momento para creernos eso durante un rato, y es maravilloso. O te pones a ver una película y esta Bruce Willis en la Antártida, y no decís ese es Bruce Willis con un decorado atrás en California, qué hace ahí, sino que te soltás, te dejas llevar y volvés a ser como un nene, volvés a la inocencia, y te crees que está en la Antártida. Entonces, los personajes actúan ahí, es como una especie de limbo, donde hay un lugar, un acuerdo, donde yo digo cualquier cosa y Diego hace ese personaje y por un momento te creés eso.
¿Qué opinas de personajes como Pomelo que dejan una impronta en la actitud de los jóvenes?
Eso es una observación que alguien puede tomar o no a partir de cualquier cosa, uno siempre se necesita disfrazar de algo, entonces la toma o la deja. Hay personas que me dijeron que dejaron de hacer tal cosa porque lo vieron en ese personaje, como ¡uy me descubriste!, ese personaje hace cosas parecidas como yo y las dejé de hacer porque me sentí patético cuando lo vi. Como otros tomarán algo de un personaje y lo sumarán porque les parece piola.
Supongamos que uno a la mañana se quiere poner un gorro de lana porque tiene el pelo de otra manera, entonces uno se arma y no sabés porqué, sino para salir a la calle. Uno en determinados lugares no sé por qué se arma. O si hubiéramos arreglado este encuentro pero estamos en Villa Gesell, entonces venís de bikini, un pantalón corto y chancletas, y yo estoy en cuero con una medalla y unos lentes Ray Ban, porque estoy disfrazado de playa. Y no andás en Constitución así porque estás vestido de playa, pero sin embargo, es lo mismo. ¿Por qué acá tenemos permiso de estar casi desnudos y no allá, si es lo mismo?
Es más, viste como llama la atención en una plaza si un tipo está en cuero o una mina en bikini con actitud de tomar sol. Sin embargo, el parque o la plaza terminan siendo un territorio donde se permite eso, hay un permitido de eso, de estar el tipo en sunga y la mina en bikini. Pero si hay un kiosco a 10 mts, vas a comprar en bikini o en sunga; en cambio si tenés que cruzar la calle para entrar al almacén, ya te pondrías la bermuda o la camisola. Todas esas convenciones son las que hace que cuando uno después representa personajes, lo que está representando son todos esos disfraces que vamos tomando en la vida para sobrevivir, para estar. Yo uso una gorra, uso estos lentes, me afeito o no me afeito. Tengo un problema de que tengo la barba blanca y el pelo no, entonces cuando me empieza a crecer se me hace barba y toda blanca, si fuera por mí me la afeitaría, pero hoy me levanté tan pelotudo que no me afeité. Por ende, hay un momento donde ese disfraz lleva un trabajo y a veces uno no se toma el trabajo de hacerlo.
O vas a un casamiento en el que están todos muy empilchados y va uno así nomás, y medio que lo miras mal, decís que falta de respeto, estamos todos empilchados y mirá este como vino; o al revés, una fiesta a donde todos se fueron vestidos así nomás y aparece una mina de vestido largo brillante y una caja de bombones, y vos decís… Esto es como si fuera un acuerdo de disfraces constante, donde lo que uno va viendo siempre son los disfraces, no creo que sea la esencia de la gente que aparece constantemente. Creo que en la habitualidad somos personajes.
¿Cómo es pensar en hacer reír con chistes que reflejan tu misma visión ideológica? ¿Escribir desde ese lugar limita tu creatividad?
Escribo sobre lo que me siento capaz de escribir, no hago un chiste que no pueda hacer, que no sepa o no quiera hacer. A veces me preguntan: “¿cuál es el límite del humor?”. El límite del humor no es ninguno, el límite está en lo que es a veces un acuerdo social en lo que podés decir frente a un público, hay cosas que puedo poner y otras cosas que no. Puedo hacer un chiste tremendo entre nosotros y no publicarlo. Es increíble como uno cambia por el contexto, no hacés el mismo chiste con tus amigos que con tu pareja en la etapa de seducción. Tiene que haber una relajación.
Uno hace los chistes en base a cierta confianza, entonces el límite te lo dan los demás. Cómo es el límite del humor si hago chistes sobre musulmanes en Francia en una revista que se llama Charlie Hebdo. El límite es que alguien te mató, ¿había un límite?, parece que sí, había uno y es feo que haya pasado, pero ocurrió.
Uno también sabe que un chiste puede hacer reír a un montón de gente y también hacer sentir mal a otras, entonces ahí tenés que ver cuál es el límite o la capacidad de daño, o esperás que el que lo mire no se sienta dañado, por ahí le haces un chiste a una persona y se ríe y le haces el mismo a otra y se ofende. Y ahí te planteás de cómo puede ser si conté lo mismo, uno se puso mal y al otro le dio risa. Pero también depende de quien lo diga la potencia que adquiere el mismo. Eso es lo sorprendente, el mismo chiste y los contextos, uno se puede sentir fascinado y el otro decepcionado ante una misma situación.
La experiencia sin Diego
Publicaste un libro Una historia del fútbol donde las anécdotas son escritas ¿Cómo viviste la experiencia de reemplazar la pantalla por el papel?
Las ventajas podrían ser que no tenés ninguna limitación de producción, entonces podés escribir lo que quieras, pero a su vez en el lenguaje estás más limitado. El contenido no tiene límites pero el lenguaje sí, es más difícil. Entonces, la primera gran desventaja es que no está Diego. Tengo un actor que es cómico, que es genial, y si no está no es lo mismo, se pone mucho más difícil. No me gusta hablar de porcentajes, es otra historia.
Entonces la risa, el humor, uno lo tiene que empezar a buscar por otro lado, por las palabras, por las formas, y apelar a que uses un lenguaje exacto para que esa imagen que tenés se le arme en el cerebro al otro. Esa es la diferencia, la producción siempre la imagino así, tengo que trasladarle los mismos elementos al otro. No hay algo objetivo, donde está Diego haciendo el personaje con una imagen, el vestuario y una voz, sino que tengo que dar los elementos para que eso ocurra. Con las ventajas que puedas tener porque a los tiempos los manejás vos, salvo editar el libro. Pero lo que ganás en la libertad de proponer de alguna manera lo tenés limitado en las herramientas con las que contás.
¿Qué repercusión tuvo en el público?
Bien, creo que gusta mucho. Es más, quiero escribir otro y ya me siento con un problema. Y te vas sorprendiendo de que a cada uno le gusta algo distinto, no dejamos de ser una cadena de expectativas y decepciones. No puedo negar que la persona que vaya a leer el libro venga con la curiosidad de que ha visto el programa. Aunque creo que casi todas las personas que lo han comprado van con la cierta confianza de que soy yo el que hace el programa, pero está sin Diego, entonces ahí se arma como una expectativa de decepción, pero viste como es, te decepcionas, o no cumple esta con eso, pero resulta que te sorprendió por otro lado. Creo que de los dos hubo bastante, mucha gente que se decepcionó con el libro pero por suerte no me lo dijo, siempre que ponés algo en exhibición te estas exponiendo a que te juzguen, o que lo valoren, pero te están calificando, vivimos calificando. Entonces cada vez que hago algo ya sé que va a ser calificado porque a eso nos dedicamos todo el tiempo.
Tags: humor – Guionista – Productor – Peter Capusotto y sus vídeos – Diego Capusotto - TV – Libro - Argentina – público – personajes -
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