Resonancias de una voz femenina en escena
Cristina Escofet, investigadora y profesora de filosofía, perseguida por sus ideales feministas. Elige la escritura cómo una manera de expresarse.
El teatro y la dramaturgia, desde su mirada como artista y como mujer. Sus ricas contribuciones la ubican en un papel protagónico, que nos seduce a reflexionar, a través de momentos y personajes históricos que aún son contemporáneos, porque hacen eco en la actualidad.
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¿Qué sentimientos vivencias cuando a través de las palabras construís la trama de una obra teatral donde prima tu subjetividad y que, además, te permite apropiarte del escenario? ¿Por qué elegís el teatro para plantear espacios de representación?
No sé si hablar exactamente de sentimientos personales. Uno atraviesa los sentimientos que provocan las imágenes que van unidos a las escenas, a los personajes, sus conflictos. Lo personal, si cabe es liminal. Uno se compromete con la trama como un juego, y en ese juego priman las convenciones teatrales, las convenciones de la ficción. Si Juana de Arco va a la hoguera, por ejemplo, son los sentimientos de Juana. La imagen de Juana camino a su destino final, está rodeada de imágenes. Oscuridad, antorchas, un pueblo a punto de mirar la ejemplaridad del castigo de la hoguera. Es como que uno presencia eso que está sucediendo, una es simplemente un canal de “sensaciones otras”, siempre ficcionales se entiende, una padece con Juana de Arco, pero luego muy tranquila vas al supermercado.
Elegir el teatro como espacio de representación lo definí ya en mi libro Arquetipos, modelos para desarmar. Lo elijo como “apropiación simbólica de la acción” según palabras propias. Elijo un escenario (teatral) en presente, elijo un escenario donde ese suceder que es la escena, se conectará (en la representación) en tiempo presente con un público que, también en tiempo presente establecerá un vínculo de ida y vuelta. Esa dialéctica colectiva es la que me incita a elegir el teatro en principio. Por un instante, el que dure la obra (y sus resonancias posteriores), una se apropia de algo más que la palabra. Una (yo como autora) pasa a formar parte de un sujeto colectivo plural. Texto más dirección, más actores y todo el elenco de artistas, iluminadores, escenógrafos, vestuaristas, etc, todo eso pasa a ser un hecho colectivo, desde luego plural y capaz de devolverte una visibilidad como sujeto. La sociedad tiende a invisibilizarte. Pues bien, el hecho teatral, te devuelve visibilidad. Quien sabe una como ciudadana pocas veces tiene una voz activa, el teatro te la devuelve y te permite decir sí, tengo un escenario propio. Acá hay un imaginario en acción, y ese espacio de representación se convierte a la vez en espacio de reflexión.
Mujeres como Evita, Encarnación Ezcurra, entre otras, refieren a un momento histórico y político de nuestro país ¿Cuál es el protagonismo que le asignas a las mismas como feminista Jungueana? ¿Cómo se proyectan las voces de esos personajes en la actualidad?
En principio hablo como mujer, como artista/escritora que desde luego tiene una formación académica, soy profesora de filosofía y he investigado mucho en teoría de género y como pensadora te diría que Jung aportó mucha plasticidad y apertura a mi mirada. Podría no ser una escritora con formación académica. A la hora de escribir la academia no cuenta, y te diría que para nada; a no ser, para una conformación en la mirada que la tengo incorporada en todas las facetas de mi vida. Empiezo por esta parte de la pregunta. Trato de que lo que pienso y lo que soy, sean un todo, y en ese todo, está tu sensibilidad como artista, que es una cuerda que para mí siempre desemboca en el misterio. A la hora de crear, una crea desde la persona que viene siendo, con su modo de ir hacia las voces otras, con su hemisferio izquierdo, y el derecho, con sus luces y sombras, con su consciente y su inconsciente, con las certezas e incertidumbres que hay en todas las voces de los personajes. Posiblemente al transitar por la escucha de tus propias voces, quizás sepas escuchar las voces de tus personajes con más agudeza, esas voces que al decir de Jung (El libro Rojo) están. Sólo hay que poder escucharlas, construyo mis personajes desde adentro, no desde afuera.
Luego empezó tu pregunta con dos mujeres potentes como Eva Perón y Encarnación Ezcurra. Con el marco conceptual que acabo de darte, he ido hacia esas voces. Palpando sus luces y sus sombras. En Eva Perón construyéndose desde su ilegitimidad de ser hija no reconocida hasta sus casi siete años, luego construyéndose como sujeto, con voz propia y escenario propio hasta llegar a ser líder popular y política indiscutida y de acuerdo a mi obra Bastarda sin nombre a ser la vicepresidenta en hecho, de la república. Una mujer qué vaya si se apropió de escenas de la historia y de acciones concretas. Construyó poder siempre desde la periferia y llegó a lugares centrales inimaginables. El siglo XX no dio lugar a otra mujer como ella. Creo que en el mundo.
En Encarnación Ezcurrra tenemos a otra gran figura. Una mujer que se anima a estructurar poder desde la centralidad (hablamos del siglo XIX), en épocas en que la política desde un lugar de visibilidad no estaba asignado a las mujeres. Y ella fue el cerebro político de un gran caudillo, Rosas. Ella fue su gran estratega, aunque las cumbres del poder no le otorgaron lugar luego en la política. Pero si Rosas, triunfante de la campaña al desierto recuperó los plenos poderes para gobernar fue gracias a Encarnación. Mujer que supo articular poder pero también hizo explícita en sus cartas a Rosas, una fuerte autocrítica sobre el modo de estructurar poderes verticales, y eso se lo advierte a Rosas. Le advierte de las debilidades de los políticos que no pueden leer sus contradicciones. Yo, Encarnación Ezcurra mi obra de teatro habla de eso.
Respecto a las proyecciones de los personajes en la actualidad, lo dejo en manos de quienes quieran verlo. Yo puedo decir que son dos mujeres contemporáneas. Eva Perón porque atravesó las contradicciones de su clase humilde y levantó las banderas de la justicia social al mejor estilo de las comuneras de París. Banderas que siguen en pie, porque las desigualdades sociales se acrecientan. Encarnación Ezcurra porque se animó a hacer política, también popular, (fue la gran líder de la causa de la soberanía nacional en épocas de unitarios y federales) insisto, se animó a hacer política desde un lugar central en un siglo donde las mujeres apenas si sabían leer y escribir y también se animó a objetar los límites de un poder absoluto. Ambas son dos focos de potente contemporaneidad.
Obras en las que cobran protagonismo estas mujeres y que llevan a repensar la historia ¿Crees que ayudan a generar un pensamiento crítico o conciencia política?
Eso está en tu pregunta. Con seguridad, creo que obras donde se revisita la historia, generan preguntas, resonancias, deseo de ir hacia la historia como modo de comprendernos.
Has transitado mucho el género unipersonal ¿Por qué lo elegís? ¿Crees que esta técnica favorece a la puesta en escena y dramaturgia? ¿Cómo impacta en el espectador la construcción de este personaje?
Sí, me gusta el género unipersonal. Quizá porque sé que puedo regalarle un escenario absoluto al protagonista. Gran desafío al escribirlo porque no es un género fácil, ya que todas las contradicciones y conflictos recaen en el propio personaje.
Lo demás no puedo decirte nada, ignoro si favorece o no la puesta. No es fácil escribirlo, tampoco es fácil montarlo. En cuanto a la identificación, no creo que un unipersonal impacte más al espectador que una obra de varios personajes. Depende de la totalidad escénica.
¿Qué importancia le asignas al espectador y de qué manera te involucras con el mismo?
Cuando escribo me involucro con los personajes, que como dice Pirandello, (Prólogo a Seis personajes del busca de autor) están ahí con sus cargas existenciales. Quizá ahí sea un poco autora, público de esas representaciones que se despliegan, se manifiestan en el momento escritural. Quizá eso que me conmueve de ellos (los personajes) quizá eso que a mí me moviliza, conmueva a alguien más. Quizá esas voces que yo pude escuchar, quizá sean voces interesantes de escuchar para otros. Y ese otro es el público, la cuarta pared que completa todo hecho teatral.
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