De las familias
a Patricia Malone
I
Un fuerte olor de vinos desplazándose en la casa,
una fuerte carpa de sombras ocupa la noche.
Es cuestión de hacernos con el tiempo, de sodomizarlo.
Le pisarás su cabeza de perfumes
lo dejarás en el suelo abierto
para vivirnos entre manzanas y palabras
palabras palabras solares
para las manzanas y las uvas
elegir entre el miedo y las palabras
“Dejaré de escribirte,
dejaré de escribirte palabras insolentes en el cuerpo.
Tendremos una familia.”
Ella quería ser su puta
y no lo supo o no lo supo decir
y se quedó sin tiempo,
y otro tiempo le hizo un hijo.
II
Las mariposas arruinaron una tarde de lluvia.
“¿Vos me lo escribiste?”
Ella ocupaba todo el sol.
Lloraba.
Gastaba el papel entre las manos
con inocencia.
“¿Hiciste esto para mí?”
Reía y lloraba de palabras.
Todavía eran jóvenes y simples como los comienzos.
Ahora no entienden la música de la lluvia.
III
“Siempre haces fiestas para ocultar el silencio Mrs. Dalloway.”
Domingo, como los domingos un color pastel. Una fiesta.
La familia; la conversación insignificante (sostenida);
el cuadro del plato minucioso; el sonreír ordinario.
Siempre los ojos del niño. Algo vacío.
(El silencio en la cama; el otro a medio decir, tras los ojos.)
El prolongado esfuerzo de construir algo que no amamos.
Los años.
IV
“¿Por qué no me paseas?”
(…) y encendió algo para ocupar el silencio; no sabía callar—
las llamas heladas del tedio
Tal vez hacía diez años que estaban muertos
que simulaban
que se repetían con terca desgana
años ya- para qué
años
diciendo palabras de otros
una cama molestada por dos cuerpos
dos cuerpos, una sábana, todos los anhelos todas
las noches
una misma dirección
- sus alientos, sus besos se repelen -
Se obligan a vivir por molestias.
Escuchan
es decir repiten
para postergar el vacío
cuyo nombre olvidaron
no recuerdan esa planta—
los espejos deshabitados del sótano.
Olvidaron el idioma de la lluvia.
Olvidaron lo que estaba en la sangre
como plantas que se mudan al hielo.
En la vida había cosas tan fuertes.
“Hoy estoy demasiado cansada para tener emociones.”
Se cansaron de traslucir el tedio.
Ambos hubieran jurado
que guardaban fotos de su amor.
Ahora hace demasiado que son ellos.
Tienen la certeza de que sólo viven en lo que ocultan.
Se van secando de intermitencia
de lo que no son,
de la escasez de lo oculto.
(Habitar nuestro engaño merece sus paréntesis.)
Instantes reídos en el último barro,
lo poco, lo mío; mis actos de sombra.
Viven con la certeza insoportable de que no se conocerán.
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