
Ignacio Montes de Oca
12/07/2020
Entrevistado por Yamila Musa
¿Cómo vivís estos días de aislamiento social?
Con una creciente angustia por percibir, cada día más, que no solo se trata de una cuestión sanitaria sino que por detrás se esconde tanto un avance sobre las libertades individuales con la excusa del coronavirus, y queda claro que las medidas tomadas abren el camino a un abismo económico y social sin precedentes.
Desde un principio, el nuevo gobierno no tuvo planes de ninguna naturaleza, excepto el de tomar el poder y garantizar la impunidad de algunos integrantes de la alianza electoral, y debilitar los controles institucionales para reiniciar el ciclo de corrupción que caracterizó a la administración terminada en diciembre de 2015.
Por otro lado, veo las consecuencias personales en mí y en mi entorno. El aislamiento tal como está planteado, sin un fin ni un objetivo concreto a la vista, se asemeja más a un confinamiento forzado, con efectos devastadores en la psiquis y las relaciones interpersonales.
Frente a esta situación de incertidumbre y #YoMeQuedoEnCasa ¿pensás que estamos perdiendo nuestros derechos individuales?
Si, el gobierno propuso un ambiente de miedo con la excusa de la pandemia que reforzó la urgencia económica con que asumió. La concentración de poder en el Ejecutivo y la domesticación de los otros poderes fueron la plataforma para limitar muchas libertades individuales.
Para empezar, el derecho constitucional de circular con un programa que nunca se basó en datos creíbles. Las cifras de infectados y muertos por la pandemia siguen una lógica política y la ausencia de testeos es un arma para justificar una cuarentena que supera toda lógica sanitaria y económica. Y ese es el segundo derecho cercenado, el de trabajar y ganar el sustento. Se lo reemplazó por una política de subsidios que somete al individuo a la dádiva estatal por un lado y al endeudamiento y la quiebra por el otro. El Estado convertido en el gran tutor de una sociedad crecientemente empobrecida, es el paso previo a la instalación de un sistema económico autoritario en donde el sujeto es considerado un menor de edad productivo.
Y al mismo tiempo, con la excusa de la pandemia, avanzan en la persecución a la opinión disidente, ya sea que se trate de la prensa o del individuo que duda de la verdad estatal o se anima a formular alguna forma de protesta. La detención y procesamiento de individuos en todo el país por organizar protestas o difundir información “errada” es solo una muestra de esta política de domesticación de la opinión pública.
¿Qué opinás de las medidas que está tomando el Gobierno?
El gobierno tomó medidas tardías y desordenadas. Aunque recibió alertas en enero, tardó hasta abril para avanzar en un programa sanitario. La declaración del presidente Fernández respecto a que el virus se prevenía “tomando un té caliente” y del ministro de salud afirmando que el covid 19 no vendría porque “era verano”, hablan de la seriedad de su enfoque inicial y de su desgano para tomar en serio la tarea que se les encomendó.
Y en medio quedó demostrado que los funcionarios eran capaces de usar la pandemia para negocios personales como en el caso de los productos comprados con sobreprecios por el Ministerio de Acción Social o la compra apresurada de insumos médicos en China, a precios por encima de los que pagan otros países.
Y el confinamiento obligatorio se acompañó con un cierre productivo que ya destruyó un millón de empleos, cerró 20.000 industrias y expulsó a grandes industrias que decidieron instalarse en otros países o cerrar.
Si la salud es un concepto amplio que tiene que ver con el bienestar integral, las medidas tomadas por el gobierno han creado un horizonte en donde el virus puede ser controlado, pero la economía y por lo tanto el bienestar general se va a ver severamente dañado.
En estos momentos ¿pensaste más de lo habitual sobre la posibilidad de tu mortalidad?
Sí, cuando presenté síntomas del coronavirus en abril. Pasar cuatro días en el hospital Pirovano me enseñó las condiciones en que son atendidos la mayor parte de los argentinos. Y si bien el test me dio negativo, la idea de la finitud frente a una pandemia me hizo reconsiderar cuestiones básicas en mis planes futuros y los objetivos que uno cree importantes.
La sociedad se está comportando con mucho frenesí y paranoia ¿considerás que los medios y las grandes corporaciones se aprovechan de esta situación para sus fines personales?
Creo que los medios sufren la crisis económica agudizada por la pandemia y por ende se volvieron más débiles frente a la pauta estatal. Y por eso han alineado su discurso de miedo irreflexivo en su deseo de obtener alguna parte de las migajas del dinero gubernamental.
No hay cuestionamiento a las cifras y planes oficiales en los grandes medios, no hay preguntas ni investigaciones para corroborar las versiones oficiales. Hay un letargo que se corresponde con el beneficio que recibieron de seguir trabajando y cobrando como trabajadores esenciales, quebrando su rol de representar e interpretar también a los sectores que reciben el impacto más fuerte de las medidas que se tomaron.
Pero están las redes que compiten y ganan a tanto acomodo y de esta pandemia surgirá un nuevo periodismo purgado de los que optan por la comodidad económica por sobre la profesión periodística.
¿Tenés alguna anécdota que hayas vivenciado en estos días y que te interese compartir?
Cuando llamé al servicio de emergencia por presentar síntomas de coronavirus, creí que iba a ser hisopado y debía esperar el resultado en mi casa, aislado preventivamente. Fui subido a una ambulancia y pasé tres días privado de salir de un cubículo de tres metros por tres metros. Con la misma ropa, sin elementos de higiene y usando un recipiente como baño. Los médicos me dijeron que todo eso sucedía porque nadie estaba preparado para lo que venía. Creí que hablaban de los elementos de protección y los tests que confesaron eran escasos. Ahora entiendo que hablaban de la improvisación general que caracteriza a la Argentina. Estamos presos por la improvisación, no por el coronavirus.
Acerca de Ignacio Montes de Oca
Yamila Musa

BIOGRAFÍA
Yamila Musa nació en Villa María, ciudad de la provincia de Córdoba. Con sólo tres años, comenzó su formación en Declamación y Arte Escénico. Esto la llevó a proyectarse en la comunicación integral, por lo cual concretó sus estudios de Licenciada en Comunicación en la Universidad Nacional de Córdoba. Al finalizar su carrera universitaria se trasladó a la Capital Federal en búsqueda de nuevas oportunidades. Realizó diversos trabajos relacionados al sector de la cultura, entre ellos como Directora de Producción de la Película “La Invención de Borges” del Director francés Nicolás Azalbert. Actualmente es Periodista & editora de la revista The International Literary Quarterly, y colaboradora de la Fundación Cineteca Vida.